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Reciclaje de aceite y economía circular.

11/01/2019

viernes 11 de enero, 2019

Reciclar el aceite usado de cocina contribuye significativamente al proceso de economía circular, convirtiéndolo en biodiésel.

El futuro de la depuración de las aguas residuales y su regeneración para el aprovechamiento en otros usos distintos a los que hoy en día están permitidos en nuestro país, como es el consumo humano o las aguas de baño, presenta numerosas vías de ataque: desde la superación de la barrera psicológica de los ciudadanos hasta la creación de nuevos modelos de consumo.

Precisamente, este último punto se encuentra estrechamente relacionado con una temática que, desde hace tiempo, se está intentando impulsar desde la Unión Europea: la economía circular. Así, sustancias tan utilizadas en nuestras casas como los aceites de cocina constituyen un claro nexo entre agua y economía circular.

Se conocen los malos hábitos que muchos ciudadanos practicamos cuando decidimos deshacernos del aceite usado de cocina tirándolo por el fregadero. Este aceite, al mezclarse con otros residuos como restos de jabones o detergentes, forma grandes masas de grasas que, al igual que el conocido caso de las toallitas húmedas de higiene personal, atascan la red de saneamiento y contaminan el agua, implicando un significativo sobrecoste en las plantas depuradoras. Comparando con el coste medio de saneamiento en España, la depuración de un litro de aceite conlleva a un gasto 700 veces superior al precio que paga un ciudadano por el tratamiento del agua residual que ha generado.

Así, un litro de aceite usado contiene aproximadamente 5.000 veces más carga contaminante que el agua residual que circula por nuestras redes de saneamiento, pudiendo contaminar 40.000 litros de agua, cifra equivalente al consumo anual de una persona.

A pesar de lo impactantes que puedan parecer estas cifras, según datos de 2015, dos de cada tres litros de aceite usado de cocina acaban en la red de alcantarillado, lo que supone alrededor de 120 millones de litros al año. Todavía son muchas las personas que optan por verter el aceite de cocina por el fregadero en lugar de depositarlo en puntos de recogida adecuados.

Así, en España existen diversas empresas privadas que se encargan de retirar el aceite utilizado por grandes usuarios como restaurantes u hoteles. Asimismo, numerosos municipios cuentan con gestores autorizados para el tratamiento de esta clase de residuos, instalando puntos de recogida como contenedores en espacios públicos, además de disponer de la red de puntos limpios y Ecoparques. Sin embargo, buena parte de la población no conoce las distintas alternativas que puede encontrar cerca de su casa para gestionar este residuo valorizable y altamente contaminante.

¿Y en dónde se encuentra el nexo agua-economía circular? Los aceites de cocina usados recogidos de forma selectiva pueden destinarse a la fabricación de productos como jabón o biocombustibles como el biodiésel. Las ventajas de un gesto tan sencillo como no tirar el aceite por el fregadero son considerables:

  • Se evita contribuir al agotamiento de recursos naturales finitos al evitar el consumo de nuevas materias primas.
  • Se contribuye a una movilidad más sostenible mediante la producción de biocombustibles, reduciendo la emisión de gases de efecto invernadero.
  • Se reducen los costes de gestión del aceite como residuo al ser aprovechado como un nuevo producto de valor.
  • Se evitan los sobrecostes ligados a la depuración de las aguas residuales con elevada carga orgánica.
  • No se contribuye a situaciones de obstrucción de las tuberías domésticas de desagüe y al colapso de las redes de saneamiento.
  • Se evita la contaminación de ingentes cantidades de agua.

Hoy en día la proporción de aceite de cocina usado que se aprovecha en la producción de biodiésel en España es muy baja, aunque muchas instituciones contemplan la viabilidad de la expansión de esta iniciativa debido a los importantes beneficios que genera. Del mismo modo, este mismo año la multinacional Volkswagen ha desarrollado un nuevo combustible diésel cuyo 33% de su composición está constituido por aceites de cocina usados, reduciendo en un 20% las emisiones de dióxido de carbono en comparación con el diésel convencional.

De esta forma, el desarrollo de iniciativas tan prometedoras como estas no solo impulsa medidas en relación con la protección del medio ambiente, sino que también potencia la cooperación entre empresas, la creatividad, el compromiso social y el desarrollo económico. Así, resulta importante destacar lo transcendental que resulta la participación y concienciación de la población, ya que son los ciudadanos quienes tienen el poder de contribuir a la correcta gestión de los residuos valorizables para que puedan tener una segunda vida. 

Fuente: iagua.es

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