Biocombustibles de cultivos: una falsa solución que agrava el problema
Biocombustibles de cultivos: una falsa solución que agrava el problema
viernes 17 de octubre, 2025
En los últimos años, los biocombustibles se han presentado como una alternativa “verde” para reducir nuestra dependencia del petróleo. Sin embargo, no todos los biocombustibles son iguales. Un reciente informe de Transport & Environment (T&E) elaborado por la consultora Cerulogy advierte que los biocombustibles producidos a partir de cultivos agrícolas —como el maíz, la soja o el aceite de palma— pueden estar generando más emisiones de CO₂ que los propios combustibles fósiles que pretenden sustituir.
Más CO₂, más agua y menos alimentos
El estudio revela que la producción global de biocombustibles basados en cultivos agrícolas produce un 16 % más de emisiones de CO₂ que los combustibles fósiles equivalentes. La razón está en el impacto indirecto del cambio de uso del suelo: deforestación, pérdida de biodiversidad, consumo masivo de agua y fertilizantes.
Actualmente, unos 32 millones de hectáreas de tierra cultivable —una superficie similar a la de Italia— se dedican a estos biocombustibles, y se estima que en 2030 esa cifra podría alcanzar 52 millones de hectáreas, el tamaño de Francia. Todo ello, para cubrir apenas el 4 % de la demanda energética del transporte mundial.
Y si hablamos de agua, las cifras son igual de alarmantes: recorrer 100 kilómetros con biocombustibles de cultivos puede requerir hasta 3.000 litros de agua, mientras que un vehículo eléctrico alimentado por energía solar apenas necesita 20.
El aceite de palma, un ejemplo paradigmático
El aceite de palma, uno de los cultivos más utilizados para fabricar biodiésel, es también uno de los más problemáticos. Su expansión está directamente vinculada a la deforestación masiva en el Sudeste Asiático, a la pérdida de hábitats de especies como el orangután y a importantes emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de la destrucción de turberas y selvas tropicales.
Pese a estas consecuencias, el aceite de palma sigue teniendo un papel relevante en la producción mundial de biocombustibles, especialmente fuera de la Unión Europea, donde su uso todavía no se ha eliminado completamente.
No todos los biocombustibles son iguales
Desde nuestra asociación, dedicada a la recogida y valorización del aceite de cocina usado para producir biodiésel, queremos subrayar una diferencia clave: no es lo mismo un biocombustible hecho con cultivos agrícolas que uno obtenido a partir de residuos.
Mientras los primeros compiten con la producción de alimentos, consumen recursos naturales y pueden contribuir a la deforestación, los segundos —como el biodiésel de aceite de cocina usado— aprovechan un residuo existente, evitando su vertido y reduciendo la huella ambiental.
El biodiésel de aceite de cocina usado no ocupa nuevas tierras, no desplaza cultivos alimentarios y no requiere deforestación. Es una alternativa realmente circular y sostenible, alineada con los objetivos de economía circular y neutralidad climática.
Apostar por los residuos, no por los cultivos
El informe de T&E y Cerulogy debería servirnos para replantear el rumbo de la transición energética. No se trata de abandonar los biocombustibles, sino de apostar por los que proceden de residuos, como el aceite de cocina usado, los subproductos animales o los restos agrícolas no comestibles.
Los datos son claros: la “bio” etiqueta no basta para garantizar la sostenibilidad. Si queremos reducir emisiones y proteger los ecosistemas, debemos dejar atrás los biocombustibles basados en cultivos alimentarios o en aceite de palma y priorizar aquellos que cierran el ciclo de los residuos.
Hagámoslo circular
Reciclar aceite de cocina usado no solo evita contaminar el agua y el suelo, sino que permite generar energía limpia de verdad. Por eso animamos a la ciudadanía, a los bares y restaurantes, y a las administraciones a seguir apostando por esta vía:
- Recoge tu aceite usado.
- Entrégalo en los puntos autorizados.
- Y contribuye a un modelo energético verdaderamente sostenible.
Porque no todos los biocombustibles son iguales, y el futuro pasa por los que no compiten con la naturaleza, sino que la respetan.
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